"La disparidad entre los sueños y la realidad no produce daño alguno, siempre que el soñador crea seriamente en un sueño, se fije atentamente en la vida, compare sus observaciones con sus castillos en el aire y, en general, trabaje a conciencia por que se cumplan sus fantasías. Cuando existe algún contacto entre los sueños y la vida, todo va bien." (V.I.Lenin, 1902)



jueves, 10 de enero de 2013

A propósito de la serie “23 pares”

Fecha: Jueves 10 de enero de 2013

Por: Helena Bustos , Rosa D’Alesio


 

A partir de las leyes de matrimonio igualitario, principalmente, y luego, la ley de identidad de género, comenzó a tratarse en la TV, el cine y el teatro ficciones a las que no nos tenían muy acostumbrados. La serie “23 pares” se inscribe dentro de este fenómeno que, como lo dijimos anteriormente en una nota sobre el Festival “DesTRAVarte”[1], vemos auspicioso. Estas expresiones artísticas, aunque aún infinitamente reducidas en cantidad, poseen un enorme carácter progresivo. En este caso, la serie fue trasmitida por un canal de aire y ahora se puede ver en la TV digital del gobierno nacional, http://cda.gob.ar/

“23 pares” es una serie creada por Albertina Carri y Marta Dillon, y nos cuenta la historia de dos hermanas, una de ellas bióloga genetista, Carmen (Erica Rivas), y la otra abogada, Elena (María Onetto), que luego del fallecimiento de su madre, genetista muy reconocida, se hacen cargo juntas del manejo de su laboratorio. A partir de esta trama, se desarrollan, en cada uno de sus capítulos, diferentes historias que narran muchos problemas de gran actualidad a los que día a día deben enfrentarse muchísimas personas. Se enfoca en temas profundamente sensibles e interesantes como la identidad, desde la recuperación de un chico apropiado por un milico en la última dictadura; la identidad de género; el derecho a decidir sobre el propio cuerpo desde el embarazo de una nena de 13 años abusada por su padre; una madre y su hijx que enfrentan los conflictos que atraviesan por su intersexualidad; el abuso infantil; la opresión a la mujer enfocada desde la más brutal violencia, ya terriblemente cotidiana, que culmina en el femicidio; hasta la falta total de respeto, también cotidiana, a la mujer en las relaciones sexuales, etc. Al mismo tiempo se desarrolla una relación entre una de las protagonistas, Carmen, y el personaje de Josefina (Analía Couceyro), miembro de la Policía Científica. La serie nos muestra esta relación entre dos mujeres que trabajan en instituciones que llevan un prontuario profundamente hostil a los deseos LGTTBI; desde la biología que ha intentado “comprobar” mediante la ciencia el carácter “biológico, deficiente y anormal” de la homosexualidad; como desde la Policía, fiel enemiga, represora y asesina de toda persona que se salga de la norma del sistema capitalista, terriblemente opresor de lo que no encaje en los géneros masculino/femenino y la pareja heteronormativa y procreadora. Con lo cual la serie cae en la ilusión de que tener una identidad LGTTBI te hace ser una persona con una sensibilidad distinta, con la cual se podría hasta cambiar instituciones tan reaccionarias como la Policía. Esto se ve aún más claro cuando las mismas palabras de Josefina (el personaje de la policía) nos dicen: “soy de las buenas, persigo violadores”, cayendo en la utopía del “policía bueno”.

Se entrelazan, también, en esta historia los prejuicios y maltratos que recibe Carmen de parte de su familia por ser bisexual, donde es tratada por su hermana y, más aún, por su cuñado como una promiscua sexual que “no le hace asco a nada”. Carmen, representa el personaje mas “revulsivo” de esta serie, y por ende también, más interesante, que lleva adelante su vida como ella decide frente a los prejuicios de “promiscuidad y locura”, ya que muchos no pueden entender su carácter más despreocupado frente a cosas como el dinero, su imagen desalineada y sus pelos de “loquilla”. Acerca del arte y de cómo éste puede ayudarnos a educar y autoeducarnos, Trotsky decía que “por su propia naturaleza, el arte es conservador, va a la saga de la vida, es poco apto para captar los fenómenos al vuelo, en el impulso mismo de su proceso de formación”, pero que, sin embargo, éste podía ser el instrumento principal a la hora de mostrar y, a partir de allí, promover, la imaginación y crítica sobre la vida cotidiana misma. Pues, la vida no puede inventarse, pero sí “se la puede construir a partir de elementos existentes, susceptibles de desarrollarse. Es por lo que, antes de construir, hay que conocer lo que existe; no solamente cuando se trata de influir en la vida diaria sino en general, en cualquier actividad consciente del hombre.”[2]. “En este campo, el instrumento más importante, el que supera de lejos a todos los demás es, sin duda, el cine.(...) La pasión del cine se basa en el deseo de distraerse, de ver algo nuevo, inédito, de reír y hasta de llorar no sobre la propia suerte sino sobre la de otro.”[3]

El arte es capaz de sensibilizarnos, atraparnos, hacernos reflexionar, criticar nuestra propia vida, la de los demás, nuestros prejuicios, mediante historias diversas. Ficcionar la vida cotidiana, recrea y enriquece de idearios distintos, de otras identidades y formas de vivir, podrían proporcionar destellos de libertad en un mundo lleno de oscuras normatividades. Nos puede ayudar a cuestionar todo aquello que nos aparece como “natural” al recrear nuevas formas de vivir una vida más habitable, más libre, o, al menos, menos opresiva para nosotrxs mismxs y para otrxs.

Desde esta óptica, es mucho el valor que tienen ficciones como “23 pares”, más allá de sus propios límites, que logran contarnos historias de quienes suelen no tener voz en las pantallas, de muchos que son dejados al lado del camino frente a “la suerte que les tocó”. Logra enfrentarnos, también, a nuevas formas de vivir el género y la sexualidad. Vale la pena tomar en nuestras manos la tarea de influir conscientemente desde el arte y la cultura en la vida cotidiana y los idearios de la sociedad, ya que para luchar por una sociedad sin explotación hay que conocer todo lo que se hace imperioso cambiar, y es necesario, también, abrir nuestra propia vida a nuevos idearios. Ya que no vamos a poder cambiar lo existente, la cultura hegemónica retrógrada, heteronormativa, individualista y machista, sólo desde cambios en la legislación. Es necesario cuestionar esta cultura opresiva. Una red independiente de artistas, estudiantes, trabajadores de la cultura que tomen en sus manos esta tarea podría producir expresiones artísticas que sean capaces de cuestionar la naturalización con que se nos presentan los prejuicios y la opresión de la vida cotidiana. En el camino de derribar las condiciones económicas de explotación de este sistema que continúan y continuarán, hasta que las destruyamos, determinando con una enorme fuerza nuestra forma de vida, impregnada hoy de todo lo que implican los caracteres del mercado. 


1-http://www.pts.org.ar/spip.php?arti...
2-Trotsky, L., cap 2 “Usos y costumbres” en Problemas de la vida cotidiana, Editorial Antídoto, pp. 20, 21.
3-Ídem, cap 3 “Alcohol, iglesia y cine”, pp. 29 y 32.

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